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UN PEZ ENREDADO

Nacho

Fin del trayecto

No me acostumbro, pero siempre creo en la posibilidad de encontrar un sitio donde las personas no sean de paso.
Estoy seguro de que un día lo encontraré, pero como todo lo hermoso, su consecución es una tarea ardua. Puede que en su misma dificultad esté su auténtico valor.
Me voy. Tengo razones de peso para hacerlo, y puede que alguno de vosotros, observador como nadie, ya sepa por qué. Pero no me voy lejos. Me voy aquí al lado. Allí explico mi cambio de actitud.
Gracias por seguirme. Sigo empeñado en demostrar que ese lugar del que hablo existe. Hasta pronto

La cara B

La cara B

He necesitado morderme la lengua y contar hasta cincuenta mil antes de intervenir en este desaguisado que nos “brinda” con una desorientación y estrechez de miras impropio de él, nuestro colega Lucas.


Para empezar no hay ningún acontecimiento que motive el exacerbado alarmismo; es que por haber no hay ni una propuesta en firme sobre el asunto. En todo caso, podemos leer solo el anhelo de unos pueblos cuya legítima identidad necesita del respeto de los otros. Pero solo eso: un anhelo, un eterno anhelo que se niega a morir en el intento de su búsqueda.


El resto del escrito solo es una escalada de esperpénticas insensateces (“los encuentros se retransmitirán en el idioma "nacional" “) o simples y absurdas ironías (“el entrenador les arengara con el estatuto correspondiente “) escritas solo para enfatizar sobre una idea inconclusa, irreflexiva, y populista que, aunque queda bien de cara a la galería, da cuenta de una España anquilosada, anacrónica y envidiosa, sobre todo eso, envidiosa.


No es lugar ni tiempo de hacer recuento histórico (tampoco sé si es necesario o preciso) pero me apetece hacer una simple consideración en forma de pregunta: ¿Cómo nos comportaríamos si alguien llegase a casa como un elefante en una cacharrería, se adueñara de nuestro sofá, comiera de nuestra despensa, pisotease el pasillo recién fregado, cambiase el canal de la tele sin preguntar, y usase nuestro baño a su libre albedrío?. La respuesta parece obvia, pero si además esa persona es un perfecto extraño el efecto se multiplica hasta el ensordecimiento.


Para crispar ya tenemos a los que lo hacen con la impunidad parlamentaria y la falta de escrúpulos de que les inviste un acta de diputado. Nosotros deberíamos seguir a lo nuestro y hacernos una cura de egocentrismo. Sentarnos un momento, escuchar al otro (que no oirle) de la única forma en que la democracia (léase, dictadura de la mayoría) lo permite (votando) estaría bien para empezar. Tender una mano que haga al otro entender que no es necesaria su violencia para ponernos los dos del mismo lado del río sería una actitud mucha más que loable.


Así que, mi querido colega, traga saliva, amarra tu empeño por hacer volver un pasado que para nada fue mejor, y no te aferres a un presente que, por obligado, no es más legítimo.


Me duele más porque ya comprendo a que viene esa defensa a ultranza de costumbres tan denostables, denigrantes, vergonzantes y deleznables como el toro de la Vega.


Para pedir amplitud de miras hay que mostrar como hacerlo (dicho sea esto sin la más mínima acritud)....

Provocaciones sin sentido

Algunas personas viven la vida en una permanente provocación. Que provocar es una arte en si mismo y remueve conciencias, estados de humor, la ira desmedida de los detractores, o el fanatismo del admirador, es algo que nadie discutiría. El provocador suele ser de carácter altanero y su intención es fácilmente identificable. Todos no poseemos esa capacidad, que resulta incluso agradable cuando de lo que se trata es de atraer la atención sobre asuntos de marcada marginalidad, o por el contrario de exacerbada globalización.


Nada podemos decir del amante que provoca a su amad@, del grafitero en clara rebeldía contra la sociedad que le ha tocado vivir, del despelotado espontáneo en una gala de moda, o de los antitaurinos en el toro embolado de Tordesillas. Su incitación esconde tras de sí la defensa de una idea, a todas luces meditada hasta el compromiso. Su desafío es hacer demostrar que hay una alternativa, que otro mundo es posible, que la felicidad no pasa por los cánones establecidos.


Cuando se es provocador probablemente se ha trascendido a la idea de la muerte como fin del camino y se han encontrado razones vitales para orientar la existencia, que no llegarán a desaparecer jamás por más que el aburguesamiento anide en la vida de la gente...


Sin embargo, no era de ese retante personaje del que yo quería hablar. Yo quería hablar del detestable provocador cuyo gesto solo tiene un interés: el daño gratuito, y a veces sin límite de sus semejantes, ese cuya provocación solo viene a exaltar aspectos que, siendo cualidades en otros, se convierten en aspectos detestables en ellos. Así por ejemplo, unos brazos viriles musculosos en una camiseta algo ajustada en el torso de un hombre, se convierten en motivo agresivo en un personaje de estética neonazi (A nadie le preocuparía encontrarse con un skin enclenque y canijo). Una adopción, acto generoso y desprendido donde los haya, se convierten en un asunto turbio y oscuro cuando alguien de poderosa economía lo tramita por encima de toda la burocracia y seguridad establecida, haciéndolo en plazos impensables en otras solicitudes menos ostentosas. Seguro que al lector se le ocurren miles de ejemplos más.


El domingo encontré una nueva forma de desafío cargado de agresividad, innecesario, y doloroso donde los haya. A la playa donde asistía llegó una mujer joven de aspecto agradable, acompañada de un maromo no menos vistoso que parecían tener una complicidad digna de admiración. Esa hermosa imagen vino a deteriorarse cuando pude leer la frase de la camiseta que llevaba ella reposando sobre su pecho, sin más sujección éste que la firmeza de la juventud: “Esta camiseta me la ha regalado tu novio ¡jodeté!!”


Posiblemente el donante no estaría allí; es mucho más que probable que tampoco estuviera la novia en cuestión, pero aquella frase me rechino en la mente, porque solo generaba dolor y rabia. Era una chica de curvas generosa y lindas como pude comprobar cuando se despojó de su atuendo, pero para mi había perdido todo el interés. Puede que en algún momento desease incluso que se fuese. Igual que un subsahariano si viese aproximarse a un neofascista.....


Amistades

Con permiso de Anaïs, a quien no tengo el placer de conocer, quiero transcribir un enlace a su bitácora que me ha hecho reflexionar.


Amistades


Mi amor llegó envuelto en su amistad. Su amistad es la más preciada que tengo. ¿Podría ahora ser su amigo si se acabase lo nuestro?. No me atrevo mi amor a contestarme. No tengo respuesta. Preferiría no tenerla nunca.


Veinteañera

No hay nada como la incomprensión y la arrogancia de la juventud, entre la que me incluyo. No pueden callar su inconformismo, ese que ha hecho que el mundo evolucione hasta nuestros días, poniendo a la humanidad entera en cuestión, en un alarde de originalidad, exquisitez, o de postularse como seres únicos y diferentes.


Esto nos pasa a todos, pero en al edad temprana además, nos creemos libres de los prejuicios educacionales como si despreciar a nuestros mayores (mejor si son mujeres) nos hiciera más fuertes, líderes o ejemplo a seguir.


Y digo esto a cuento de una bitácora encontrada en este sorprendente mundo de la red de redes, en la que todo lo que he escrito toma valores superlativos, desenmascarándose, con una sola frase, su redactora.


Este es el enlace Mi concepto de las mujeres


Y esta la frase que su subconsciente ha dejado pasar delatándola: “Bueno, si fuera un hipermegamultimillonario me pasaría los días en las Barbados ;-)”.


Me resisto a creer que todos tenemos un precio. Con este escrito constato que puede ser mayor o menor, pero parece que lo tenemos. La verdad me niego a creerlo de mi mismo



Fue conmovedor

Lo almacenaba en su corazón por años, quince para ser exactos.


Nadie lo imaginaba, nadie lo suponía y todo el mundo lo descubrió días después de su muerte; todos menos su hijo más pequeño. Éste estaba demasiado ido como para calibrar la importancia de lo que había intuido.... (¿O llegó hasta allí como consecuencia de lo descubierto?)


Supo tragar saliva y quiso conocer de cerca a la amante de su marido, haciendo por última vez su papel de ingenua e ignorante mujer. Tuvo el valor de invitarla a una cena en la mansión de la familia “violada”, la suya, y ejercer su derecho al pataleo con la elegancia que le había caracterizado siempre. Habló y la puso en evidencia. Arrojó sobre la mesa cuanto dolor le había sido infringido en el pasado. Lo hacía justo cuando sus hijos mantenían el mito paterno, cuando ya no podrían preguntarle nada, cuando su ejemplo les ayudara a entender cuanto daño causa el engaño. Ni siquiera tuvo reproches para los cómplices...


Le echaba de menos porque le amaba, pero agradecía a la vida la nueva oportunidad que le brindaba, así que no soportó la idea de brindar en su nombre cuando la oportunidad llegó y huyó en una carrera hacia adelante, quitó la foto en la que se reflejaba un incompleto día feliz en la vida de su familia, y preparó todo para una nueva foto: la del comienzo de su nueva andanza. (¿Realmente existe una nueva vida después de eso...?)


Nadie debería arrogarse el derecho a decidir sobre la muerte de otro, pero tampoco debería permitirse a nadie decidir sobre la vida de otros. ¿O acaso no decide sobre la vida del otro, aquel que oculta lo que vive sin permitir al otro elegir otro camino, si el que va a vivir ha dejado de gustarle?.


....................


El matrimonio acomoda, somos el uno del otro,
posesiones, nos descuidamos, se acaba la pasión, todo monotonía,
parecemos más que amantes, hermanos. Díganme así quién puede mantenerse
fiel sin ser un insatisfecho.


Helena Trujillo, psicoanalista.


http://blogs.diariosur.es/lapsicoanalista/2007/6/28/-soy-infiel-



Así, sacado de contexto, parece de un discordante insoportable, y sin embargo es una de las estaciones que utiliza una psicoanalista para explicar las cuotas de infidelidad que manejan sesudos estudios.


¿Por qué no tener la valentía de reconocerte como insatisfecho y poner las cartas sobre la mesa? ¿Por qué usar perífrasis para decir en alto que no sirvo para compartir la vida no solo contigo sino con nadie?. ¿Por qué querer reducir a lo sexual cuando ya empezó en tu cabeza y tu corazón?


Ocurría en una serie estrenada en la tele, pero podía ser tu vida, la de aquel.......


Nada después de ti

Dije exactamente: “Es el motor de mi vida. Necesito su energía. Puedo amar a todos los demás, pero su presencia es imprescindible para mi”.


Ahora miro adentro y el eco de estas frases me acaricia el alma. También me la atormenta. En presencia de nadie me siento tan vulnerable, pero tampoco soy tan libre y alegre como a su lado.


Alguien decía: “No puedo estar de acuerdo contigo. Nunca debes decir: nada después de ti. Yo ya he aprendido a vivir sin todos”. Pero yo no soy capaz. Sin sol no hay fotosíntesis; sin aire no hay latido, sin su amor no hay vida.


Pero no hay drama. Admito que vivo en el filo de la navaja. Tienes razón, soy carne de cañón y, sin embargo, un solo momento de su soplo vital es un vendaval de ilusión y esperanza, ese que mi estimado lector, Paco, describió como una luz cegadora que anula cuanto sucede sobre la capa terrestre.


¡Claro que no quiero pensar en mañana! ¿Por qué hacerlo si ya tengo el hoy, el ahora?. Tendrías que ver como se despliega su ternura si lo desea; es tan implacable como su lejanía, voluntaria o adquirida. Me resulta imposible mirar sus manos como autoras de mi muerte; me resulta imposible ver sus ojos como oscuras cajas fuertes inundadas de secretos celosamente guardados. No digo que no sea posible, sino que su realidad es más intensa y cercana para mi que la de todos aquellos que rodean su existencia.


Así que no me atormenta vivir con la realidad, elevada a credo, de que después de su mirada no hay nada. Me pregunto si la vida me prepara una oportunidad para ser feliz que se aproxime a la intensidad de esta, porque me es difícil concebirla.


Después viene todo lo demás. Lo siento si alguien se molesta. Nadie me va a aguar la fiesta de su beso al amanecer, la plegaria de su piel de regreso al íntimo lugar de donde no debimos salir, ni el sostenido pensamiento de su sonrisa llenando de frescura mi rutina profesional. Merece la pena ¡Ya lo creo que la merece!.


Un día Tánatos vendrá en mi busca o algo peor, en la suya. Para entonces habré atesorado tanta vida en mi interior que ni el desarraigo hará desaparecer el amor. Sus malvas o las mías lucirán henchidas de infinito sentir.


Pero eso será entonces. Hoy voy a celebrar el festejo de su ahora y aquí.


No cabe duda. No veo nada más allá de ti


Pinochos del mundo ¡ABSTENEOS! (Y II)

Pinochos del mundo ¡ABSTENEOS! (Y II)

He llegado a la conclusión de que los mentirosos tienen un problema a largo plazo. El “mentido” se lleva el dolor, pero los cómplices de las mentiras del trolero se llevan la impresión de que si mintieron a personas tan supuestamente importantes en su vida, están preparados para mentir a cualquiera. Para entonces son ya profesionales de la falsedad.


Lo que no comprendo muy bien es como incluso a sabiendas de eso, hay cómplices que se creen inmunes a las falacias del mentiroso. Es más, llegado el momento de catalizar de cómplices en “mentidos” (que llega, ¡¡ya lo creo que llega!!) lloran con desconsuelo su “mala suerte”. Para entonces es posible que ya solo les quede una salida: mentir, mentir y mentir.


A mi me parece que lejos de mala suerte, estos cómplices (en la peor acepción de la palabra, claro está) tienen un destino trabajado con empeño y esfuerzo, día a día, en su quehacer de encubridores y acaso beneficiarios. Tampoco me interesan éstos. Son gente con un extraño concepto de la socialización: vivo con los demás porque tienen algo para mi; si soy yo quien tiene que aportarles algo mejor busco otros barrios, otros mentirosos de los que ser parásito.


Los cómplices, en la mayor parte de los casos, tampoco tienen ningún reparo en ocultarles a sus seres importantes las mentiras que ocultan. Puede que sea el paso previo para ser un falso, o al menos una manera de llegar a serlo.


Cómplices y troleros cuentan, sin embargo, con la benevolencia de la sociedad. EL resto de la gente (¿la gente de bien?) suelen encontrar una justificación para tanta hipocresía descontrolada: “no sabía lo que hacía”, “ lo hacía sin maldad” (ja, ja, ja, ja), “no quería hacer daño” (ja, ja, ja, ja, ja), “todos nos equivocamos alguna vez y merecemos una oportunidad” (lo cual es cierto, cuando el arrepentimiento es sincero -y sea creible viniendo de quien viene-). Me alegro por ellos. Es su baza para no quedarse solos.


Debiera existir, abundando en mi teoría, un Zorro o un Curro Jiménez de los mentidos cuyo trabajo consistiese en desenmascarar a los falsos y a sus cómplices. Abogaría por evitarles la humillación de hacerlo público (entre otras cosas porque así evitaríamos un doble sufrimiento a los “mentidos”), pero si de verdad dejásemos que los afectados aplicaran su pena mucho me temo, que recibirían una burla no cotejable con la que ellos infringieron.


Quien sabe. Termino aquí mi leve tratado sobre los ejecutores de la mentira y la mentira en si misma, creyendo que llegado el consenso sobre qué hacer con un mentiroso descubierto, embarullaría todo de tal modo que podría parecer que no les quedaba otro remedio que mentir.


Que los dioses nos protejan de los falsos. Que se abstengan de llegar a mi vida. Conmigo tiene la batalla perdida, aunque consigan engañarme.

Pinochos del mundo ¡ABSTENEOS! (I)

Pinochos del mundo ¡ABSTENEOS! (I)

“Si mientes te crecerá la nariz como a Pinocho”.


Y a mi, Pinocho, me parece un niño tonto, pero claro eso es a mi. De repente salgo del cuento y me doy cuenta de que hay pinochos por doquier.


El embustero es un ser ridículo cuando es descubierto (y como dice la sabiduría polpular, se coje antes a un mentiroso que a un cojo), pero también lo es mientras miente, aunque en este caso es menos aparatoso ya que es el mismo quien se ve ridículo y eso, claro está, es perfectamente curable, tanto que urde en su cabeza mentiras (las cuales le parecen verdades) para explicar sus embustes. Tienen una habilidad especial para hacer parecer verdad, lo que cualquiera que le conozca un poco sabe que es una burda ficción insostenible.


Pinocho vivía absurdos mundos vacíos que le decepcionaban así mismo cuando la soledad le sobrevenía, pero daba igual: después venía la vorágine de actividades vacías que tapaban lo que acumulaba su subconsciente.


Me molesta hablar de los mentirosos, porque en una mentira hay alguien que es protagonista sin saberlo y que merece todo mi cariño y respeto: le voy a llamar, para entendernos, el “mentido”, es decir aquel que sufre las consecuencias de la falacia urdida por su interlocutor. Y ese sí merece todo mi tiempo.


Hay un tipo de “mentidos”, que me hacen sufrir especialmente. Son aquellos cuya ingenuidad se ve invadida por una avalancha de trolas, las cuales, para su desagradable sorpresa, provienen de alguien cuya posición como ser querido, le hacía depositario de la plena confianza del “mentido”. Es probable que nadie sea capaz de medir el dolor tan inmenso que causa esta situación, llegado el momento del descubrimiento. Hablamos del mentiroso que le añade a su falsedad, la nocturnidad, la alevosía, el ensañamiento, la repetición, la falta de escrúpulos. Ahí quedan a merced de un montón de falsedades, esos “mentidos”, que a partir de ahora, tendrán que recomponer su escala de afectos y luchar contra sí mismos, contra su tendencia natural a amar y confiar a ciegas, y probar a desterrar de su vida a tan dañina compañía. ¡Cómo si no tuviesen bastante con haber sido felizmente ignorantes durante tanto tiempo!


Mentir no es tan sangriento como asesinar previa tortura, pero si lo haces con quien dices amar, es peor que cualquiera de las atrocidades de los “mejores” tiempos de la Gestapo. Y el “mentido”, para más escarnio suyo, tiene que justificar socialmente su profundo hundimiento al ser consciente de su realidad. Su jefe no entenderá que no acuda a trabajar, sus amigos no comprenderán que no desee coger el teléfono y sus progenitores no entenderán que se encierre en su cuarto con el apetito anulado.


A alguien incluso le parecerá ingenioso y liberal que el embustero se justfique con todo tipo de artimañas. Todo el mundo habla de la aceptación que tienen los canallas, troleros compulsivos e incorregibles, con un éxito arrollador entre los seres del sexo contrario, los cuales ya no les parecen ni tan liberales ni tan graciosos, cuando se convierten en víctimas de los cuentistas.


Querría no despertar de mi mundo de ensueño, en que los mentirosos solo se ven en la televisión y no se acercan a mi ni por asomo.

Mentirosos del mundo, ¡ABSTENEOS!. Dejadme en mi ignorancia.

Razones que el corazón no entiende

El se asoma a a la ventana y allí, en la piscina, está ella: se unta con libidinosa intención, a sabiendas de que él la mira, la crema de protección solar. No sería llamativo el hecho si no fuese porque ella pasa de 45 y él es el baboso del 3º que lleva demasiado tiempo jugando al “parchís”: se come una y cuenta veinte ( su mujer no se presta mucho para ello)


El marido, que no es tonto, se ha percatado de las visitas inciertos de su mujer a la piscina y sabe que no son por el placer de los baños de sol o acuáticos. Así que sale al jardín interior y la increpa:

  • ¡Qué haces! ¿No ves que te está mirando?¿No decías que te molestaba?

  • ¡Calla hombre! Esto tiene su morbo. De repente me siento deseada.- le replica ellla.


  • Pero ya te deseo yo cada día.- dice él.


  • Si hombre, pero eso no me vale. No es lo mismo.



Ocurría no hace mucho en una serie televisiva de lo más cutre aunque me evade por unos minutos.


Y me arrancó de la evasión. Sorprendente. Acude a esa “cita” en busca de algo que ya tiene... ¿ o no?. Los senderos de la psiqué humana son insondables. Mi querida Genoveva tendría una explicación a todo esto, pero esta vez no se la pediré.


Olvidaba que a cierta edad “ya no se desea”, que eso solo se le supone a los adolescentes, y cuatro colgados de tratamiento marginal a los que tratamos de viejos verdes que solo desean a la mujer del prójimo. Así que no resulta creíble, que a esa edad, regreses a la desnudez de quien amas, por un impulso irresistible que te nace de lo más profundo, y se repita sin cesar por largas temporadas....


Es en estos momentos cuando la sinceridad y la valentía deberían instalarse en la vida de una persona, y decidir entendiendo, que en la elección, siempre hay una opción que debe quedar atrás. Este es el ejercicio de la libertad.

Lo quiero

Lo quiero

Y morirme contigo si te matas,

y matarme contigo si te mueres...

porque amores que matan, nunca mueren”


Joaquín Sabina



El resto es puro devenir inconcluso y de indeterminado final.


Quiero amanecer incrustado en tu cadera de tiernas curvas, con esa sonrisa de quien descubre con íntima satisfacción la silueta de su amante.


Quiero acometer tu figura con fiereza, la que inspira creer que solo me quedase hoy para amarte....


Necesito vivirte con incondicionalidad, con la que vive el inocente (que no ignorante), abandonado al amor, enredado en un remolino absorbente al que no puede negarse, y en el que su ignorancia toma el color de la esperanza.


Dejaré el dolor en el más recóndito rincón de mi corazón, porque necesito volcar sobre ti cada minuto de intenso sentir. Ya lloraré, si fuese preciso y llegado el momento. Ahora solo deseo tu regreso; me alzaré en quijotesca lucha contra los titanes del espacio y el tiempo, y solo pido no estar aquí si no regresas.


Me siento estúpido en esta estación del absurdo donde, cuestiones sin sentido, me sitúan en la lejanía, indeseable compañera a la que rechazo una y otra vez aunque regrese acechante. No les temo. Antes y después siempre estás tú el estandarte de mi amor.


Bésame con el amor que destilas por todos tus poros. Con tus besos se me olvida el mundo, crece el cielo estrellado sobre mi espíritu y nada hay más poderoso que la plenitud de vivirte, aunque sea a cambio de morir después.


Lo quiero, lo pido, lo anhelo, lo deseo. Cuanto más cerca menos heridas, cuanto más lejos más aniquilante.


Vete. No me cuentes nada luego. Solo abrázame

Genoveva, ¡Qué decepción!

Mi positivísima Genoveva, es una psicoanalista venida a comentarista en una radio local que he decidido no escuchar (al menos el programa que ella conduce) que también ejerce de articulista en el periódico local perteneciente el mismo grupo de comunicación: Mijas semanal (http://www.mijate.com/).


Solía (y suelo) deleitarme con su escritura en un barecito del pueblo en el que la lectura de sus reflexiones escritas, se adornan con las filosóficas tertulias de los paisanos sentados en sus tres o cuatro mesas, al tiempo que devoran con fruición los sabrosos bocadillos que el local ofrece. Lejos de ironizar, lo describo como parte de un momento delicioso que vivía (y vivo siempre que puedo) cada viernes, y el cual, francamente, fue motivo de ilusión durante un meses.


Cuando supe que tenía un programa de radio en el que se exponían parte de sus reflexiones, junto a otra compañera de profesión, decidí participar de la única forma posible: formular una pregunta escrita. Escribí entonces este correo electrónico:


Andaba a vueltas con una cuestión en la cabeza y en el corazón, que me desorienta, como mínimo.

Desconozco el significado y trascendencia de palabras cuyo contenido condicionan, comprometen, exigen y rigen una experiencia vital, y entre ellas la de la palabra FIDELIDAD. Busco en el DRAE y me dice:

"Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona."


Si busco lealtad, o leal dice: " Que guarda a alguien o algo la debida fidelidad."


Es, en fin, una forma de no decir nada, porque es la pescadilla que se muerde la cola. Así que me dispongo a pediros opinión y compromiso, es decir, espero que no acortéis por el camino de enmedio, reduciéndolo todo a la vivencia personal.

¿Acaso no existen los valores superiores con sentido independiente?
Se ha matado mucho en nombre de valores de esos que caracterizan eras enteras, sin fundamentalismos, pero que sirven de guía a generaciones, incluso.

En resumen: ¿Cuando comienza la infidelidad? ¿Lo es ya incluso cuando se urde en la mente? ¿Ha de darse físicamente para considerarse? Sin duda es una reflexión que podría ser definitiva en algunos casos. ¿Vale una mentira, para considerar una infidelidad? ¿Es una infidelidad una cuestión a tener en cuenta en las relaciones personales?
¿Es infiel alguien que dice "te amo " a otra persona distinta de su pareja habitual? ¿Y si esa persona no tiene contacto físico con la otra?
Ojalá que pueda escuchar vuestro programa este lunes, llevo tres lunes y no lo escucho,
Gracias por escucharnos



Recibí por respuesta un invitación a escuchar su opinión en la radio. Es cierto que el tiempo apremia en un medio de comunicación, pero la respuesta (que no puede escuchar ese día) me dejó frío. Se dió en un programa el 17 de julio del 2006, y se limitaba a decirme que no justificarían mi infidelidad o mi fidelidad. Me invitaba a ser consecuente y decía que la infidelidad no es problema si no deja huella. Ni una sola respuesta...


Aún leo lo que escribe en su columna semanal como si hubiese desconectado su imagen de sus palabras y me encontré este viernes una reflexión ironizante sobre quienes viven prejuzgando lo que está por venir ( http://www.mijate.com/mijasemanal/219/p14.html ). No he podido evitar recordar aquel episodio y me pregunto, mi querida Genoveva, por qué entonces si estaba bien prejuzgarme como un infiel en potencia al que redimir de su pensamiento. Aprecio el psicoanálisis en lo que vale, pero no puedo entender cual de sus características es la que sitúa en situación arrogante a quienes lo practican, elevando al nivel de verdad absoluta lo que no conocen de forma empírica como exige el devenir científico.


Sigo recibiendo tus invitaciones en mi correo (nacmacys@gmail.com) para escuchar tu programa. Nunca lo escuché en directo (no me resulta posible), pero solía tener paciencia para esperar, dos meses después, su publicación en tu página electrónica para escucharlo sin prisa. Puede que ahora, desde la distancia en el tiempo, lo veas de otro modo.


Yo ya no busco la emisión digital de tu programa. No es porque no lo aprecie: prefiero seguir imaginando que detrás de él hay una persona interesada en el pensamiento de los otros y sus comportamientos, más que en buscar los tres pies al gato.


Un saludo.

Sin palabras

Sin palabras

Ella tuvo una idea que se me antojó espléndida, más bien irresistible.


El valor de lo que veis es.... inclasificable. Sin embargo convierte a un adulto en un niño inquieto, impaciente, nada que ver con aquel monstruo que nos trajo a la palestra en cierta ocasión, infatigable como en aquel maratón que nos describía con tan plástica expresión, melancólico como aquella huida una tarde ventosa y gris con el desasosiego en el alma.


El es así. También ella, así que sentí el impulso de materializar y completar la idea a su más puro estilo. Lucas es un torbellino imposible de mantener cerca y un imprescindible en tu lista de contactos si quieres que tu diario tenga un punto de inflexión, divertido, melancólico, ingenioso (así lo he visto yo al menos)


A todo eso que veis en la foto le acompañaba unas palabras que atesoraré en el corazón, igual que todo aquello capaz de conmover a un ser humano, sea cual sea el momento de su vida. Ya habéis leído su entrada: toma ese tono semi irónico de ver su realidad para acabar poniéndote la piel erizada al tiempo que un nudo en la garganta.


Nosotros ya tuvimos lo nuestro también. Me temo que estos objetos, quizá carentes de sentido para quien se acerque a nuestra bitácora, establecen un vínculo duradero de inexplicable concreción, pero perdurable.


¿Cuántas vivencias perdurables guardamos en el corazón? Es realmente difícil encontrarlas. Nosotros tenemos esa suerte. Y ahí queda inmortalizada.


Era mi pequeño tributo

Mentiras sin clasificar

Cuando ofreces algo de tu yo más íntimo, da igual cómo de desinteresada sea la entrega, porque lo realmente importante es cómo lo percibe el otro, que por norma general no lo valora igual que la misma oferta hecha por otra persona a la que si se encuentra inclinada.


Así que no me apuro cuando dando de mi lo que fuese, de forma natural, tal como me brota en el interior, veo como se desliza por la piel del otro para esfumarse sin haber sido percibido, o haberlo hecho como algo que ha pasado por su vida, del mismo modo que si no hubiese sucedido.


O sí me apuro. Claro que me apuro. Incluso lo veo en otros y me apuro por ellos. Hay una persona, cuyo nombre no mencionaré más que nada porque no la creo merecedora de ello, que cuando otra le cuenta algo que le sucedió, siempre tiene una hermana, una madre, una tía, un primo, o ella misma a los que les ha sucedido algo parecido. Me produce algo de vergüenza ajena cuando veo al otro sentirse chafado en la ilusión de su relato y opta por desistir de su narración, o por el contrario opta por “el mío más”. Es frustrante compartir momentos con ese tipo de gente. ¡Mucho más si el momento es de más de un día!


Me resulta aún más doloroso si eso ocurre entre dos personas que se aman. Le ocurre a la mencionada anteriormente. No sé si un día su pareja fue para ella una persona a la que admirar, pero hoy puede que ya no lo sea. El chico, que es una delicia viva, recibe sus regalos como si hubiese hallado una mina de oro, y ella relata, en tono jocoso, como pasa días llevándoselos a todos sitios. Esto no sería especialmente importante sino fuera porque en cierto momento del año ella manifiesta sin ningún pudor a quien le gusta hacer regalos por la alegría con que los recibe (sea lo que sea)


Es solo un ejemplo para acercarme a la idea final. Recuerdo como otra persona a la que conozco le parecen más románticos las parejas de otros que la suya misma, aunque ésta al menos reconoce que él es un buenazo (¡vaya mierda!, con perdón)


La cuestión es que me resulta difícil aceptar que las mismas personas que un día pierden la noción del tiempo y el espacio por otras, pasado el tiempo necesitan que esas mismas sensaciones vengan de otros sin tener la valentía de reconocerlo y actuar en consecuencia, o superar el egoísmo que da la seguridad de saber que, en el peor de los casos, siempre habrá alguien que de manera natural seguirá ofreciéndole aquello que por unas razones u otros los demás ya no desean ofrecerle. Puede que no sea tan intenso, pero ahí está. Hay que ser muy frío, egocéntrico y estúpido para permitir que la vida de otra ser humano al que dices amar, se consuma en una mentira, la cual por otra parte, y por la salud mental del ingenu@, deseo con todas mis fuerzas que ést@ no descubra nunca.


Así que los amantes vivimos amando sin medida, sin reserva, y esa felicidad nos acompañará hasta que el ser amado considere que ese amor, invariable con el tiempo, creciente con el tiempo incluso, es más especial si llega de otro amante cuyas circunstancias son ahora más deseables. Que cada cual le ponga nombre a esas circunstancias.


Yo vivo sin medir. Y cuando mi amor me recompensa con su piel, me escucha con atención, crece en mi cuanto siento, porque hoy soy un hombre libre de la vulgaridad del amor a medias.


Pero claro mi amor es mucho amor. Es un ser sin par y percibo su ternura en cada minuto que pasamos juntos. Realmente si traslado mi reflexión a mi mismo solo puedo desear que todos los amantes del mundo vivan el amor como me sucede a mi...

Siempre encuentro una mano tendida

¿Por qué dudar entonces?. Pues porque las cosas a veces no son lo que parecen. No hay mayor incertidumbre que la de saber que no hay creencias inamovibles.


No soy nada enrevesado si escribo esto. Cada uno puede encontrar en el fondo de su corazón una de estas situaciones. Cuando descubres eso te precipitas al vacío y casi siempre encuentras un nuevo sentido a lo que está por venir. Eres capaz de encontrar energías renovadas que te ayudan a cicatrizar la herida, y levantarte es cuestión de un esfuerzo de mayor o menor importancia.


Pero no todos corremos la misma suerte. Los apasionados hacemos un recorrido más largo. La llegada de la ilusión y la esperanza te elevan hasta un cielo que te nubla cada minuto en que estuviste herido, cada día convaleciente, cada lágrima que tragaste en lo que suponías la más absoluta de las soledades. Entonces andas entre nubes de algodón, los abrazos te hacen temblar de emoción y eres un sensible manojo de sensaciones con la lágrima a flor de piel. Los besos se te antojan vino viejo de la mejor solera que te emborracha y te mantiene en la sonrisa permanente. El roce de la piel del amor que te acompaña (esta vez con una luz cegadora) te enerva todo aquello susceptible de ser enervado y pone tu alma en ese punto en el cual no sabes si continuas en el mundo de los vivos, o vives de nuevo una jugada de las que te proporcionan los brazos de Morfeo de la que te despertarás luego.


Todo ese mundo de luz y emociones, se vive sin red de seguridad, así que cuando descubres que lo que creías no era como lo creías, los apasionados percibimos todo como el mismo fin de la vida, como la carencia absoluta de sentido para cuanto puede sobrevenirte. Te sientes una marioneta en manos de un destino, absurdo, cruel, cuya frialdad carente de compasión, deja que te magulles se te acuchille el alma, poniéndote en un comatoso estado de desazón, desidia, y desinterés por una vida que ahora solo ves como tortura antes del final. No ves la salida y no recuerdas que haya nadie a tu lado salvo el amor, un amor incapaz de sacarte del abismo, pero al que te ases con todas tus fuerzas mientras su calor te abrasa la mano.


Aún así no sabemos ser de otra forma, no podemos. Necesitamos la adrenalina segregada cuando el viento sopla a tu favor, y no eres capaz de saber si saldrás de aquello, pero cuando la mano tendida aparece y te eleva, no puedes ya mirar atrás y la sigues ciego de esperanza, como si nunca hubieses olido a azufre, como si el olor de la sangre aún caliente solo fuese el un mal recuerdo de lo que sucedía solo hace unos instantes.


No puedes entonces olvidar la textura, la firmeza, ni el alma de aquella mano. La incorporas a tu vida sin saber si la recordarás llegado el momento y te sientes agradecido y atado a ella para siempre. Sabes que nunca podrás devolverle su esfuerzo, su oportunismo, pero te la apropias, y es un miembro más de tu mismo cuerpo....


Espero que comprendáis mi arrogancia sabiéndome parte de una especie (la de los apasionados) cuya suerte se me antoja infinita.


Sirva este escrito como homenaje a cuántos fuisteis MANOS TENDIDAS de mi vida, y aquellos que estén por venir....

Condes de Urgel, hab. 312 (y V)

“Anoche, desde el exterior de un hotel de la provincia de Lleida, un individuo sin identificar, efectuó un certero disparo, abatiendo a un hombre de mediana edad, el cual responde a las iniciales N.C.. Éste permaneció en su habitación por espacio de media hora, antes de que los mossos d'esquadra lo encontrasen cuando procedían a identificarle en un intento por aclarar un error de sus credenciales en la inscripción que los operarios del hotel proporcionaron a la policía.


Al mediodía de hoy su estado de salud es muy grave, con pronostico reservado, sumido en un coma que los servicios médicos no han podido calificar.


La policía baraja la teoría de que el agresor confundió a la víctima con un testigo protegido de la operación Malaya que se desarrolla en la ciudad malagueña de Marbella”.

Condes de Urgel, hab. 312 (IV)

Estoy muy cansado. Solo quiero pronunciar tu nombre y ni eso puedo. Ya no percibo ni mi propio latido.


Voy a dormir, amor mío ¿O ya estoy dormido?


Sigo pensándote. Si estoy dormido quiero despertarme entre tus brazos como cada día de nuestro pasado, como cada día de nuestro futuro. Si mi sueño es el eterno que se convierte en una eterna búsqueda de ti. Ni Dios ni la eternidad deben alejarme de ti. Mucho menos ningún mortal. Iré donde estés . Te besaré donde te halles. Te acariciaré donde te encuentres. Te mimaré hasta el éxtasis. Hace muchos años que encontré el sentido a mi vida. Perdona mi apasionamiento. Perdona mi inquietud. Mírame estoy hecho de tu piel, modelado por tu amor, imbuido de tu espíritu.



...............

Conde de Urgel, hab 312 (III)

¿Lo ves cariño? Tampoco ahora quiero separarme de ti; tampoco ahora quiero rendirme. Te necesito, aunque no lo creas. No lo requiero menos que el aire que me falta. Si percibiese que ya no quieres estar ahí dejaría que mis manos me acabasen, y sin embargo lo que deseo, con toda la rabia de que soy capaz, es que tus labios me insuflen de nuevo su vida y derramar en ti esta fuente de luz que me devuelve el corazón si te imagino desnuda en mi cama.

¿Qué es este zarandeo? No coordino ninguna idea aunque escucho muy lejano un murmullo de voces entrelazadas y veo sombras que se mueven con rapidez nerviosa. El aire quiere inundarme y siento ganas de toser....


No puedo negarme lo que siento por más que los teóricos del amor se esfuercen en demostrar que soy un enfermo por sentirme celoso. Hace tiempo que cada minuto sin ti es una losa de incertidumbre y cada reencuentro una nueva oportunidad. No sé muy bien para qué. O sí lo sé. Claro que lo sé.


Condes de Urgel, hab. 312 (II)

Te amo amor mío. Te amo como nunca lo hice. No recibo respuesta. Ya apenas veo bien.


No sé que me espera ahora. No sé cuanto tiempo más pasará antes del desenlace, pero ahora ya no sufro. ¿O sí?; no lo siento con claridad.


¿Sabes? No amé a nunca a nadie así. Si fuera mi último suspiro, lo habré hecho confesándote cuánto de alegría me ha aportado vivir a tu lado. Ni siquiera en los tiempos más oscuros te me marchitaste amapola mía.


Me estoy mareando a pasos agigantados, no consigo hacer que el aire llegue a mis pulmones... Siempre te he adorado con una entrega absoluta, así que en este momento quiero seguir haciéndolo; te quiero amar con tal ímpetu que el recuerdo se instale en tu interior y no te abandone ni un solo instante. Porque en estos meses en que creí sentir algo alejada no pude dejar de amarte; tampoco quise dejarlo de hacerlo nunca.


No entiendo a que vienen esos golpes en la puerta. ¡Qué entren por favor! ¡Qué no se vaya quien sea! ¡Destrozad la puerta si es preciso! (Ya ni siquiera me oigo yo...)

Condes de Urgel, hab. 312 (I)

Ahí enfrente hay un hombre sentado en un coche pero en la parte trasera. Está removiendo algo que no consigo distinguir. Le estoy observando con la luz encendida, pero no alcanzo a entender su actividad.


Ahora se está bajando del auto con algo en la mano... no lo veo bien... esta oscuridad de la noche no me deja apreciar lo que lleva, lo que hace... ¡Dios mío! Es un arma de fuego larga... Está apuntando... me está apuntando.. ¡Ahhhhhhh!


Me ha dado en la garganta, me desplomo en el suelo y solo consigo apretarme fuerte en la herida. No puedo gritar y me siento débil, muy débil...


Se me agotan las fuerzas pero quiero moverme, llamar a alguien. Son las doce de la noche en esta habitación del hotel. Aún no puedo pensar ... si llegase hasta el móvil...


¿Dónde estás amor mío? Te veo y me aferro a tu imagen virtual como si pudiese sentir la fuerza de tu abrazo. Parece que me repone esa idea, pero todos los esfuerzos son inútiles.


(continuará...)