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UN PEZ ENREDADO

La chica del Rioja

No recuerdo su nombre, apenas fué un susurro cuando me extrechó la mano al despedirse. Pero recuerdo sus ojos tras las gafas, recuerdo su voz un poco ronca y la seguridad con la que la esgrimia frente a la mía, desmontando una y otra vez mis frases.
Decía ser gallega y feminista, partidaria del aborto y de la exterilización de las parejas que pudieran traer hijos con problemas al mundo. La taché de nazi, pero ella seguía sonriendo con la copa de rioja en la mano, mientras el camionero, al lado del que se había sentado provocativamente cerca, no dejaba de buscar con la mirada un camino que le condujese de las rodillas cruzadas de la dama hasta algún rincón más discreto.
"sí, soy un poco nazi en ese sentido, he estado en Etiopia y sé lo que es nacer para sufrir". Yo no he estado en aquel lugar, pero también sé lo que es sufrir, pero lo sé porque antes he sabido lo que era no sufrir, sé lo que es tener sed y hambre porque antes he tenido agua y comida, y sé todo esto porque se me dio la oportunidad de conocerlo, porque nadie juzgó que mis padres no fuesen aptos para traerme a este mundo. Quizá, sí ese alguien hubiese existido, ella tampoco habría sabido lo que es paladear un vino mientras la noche avanza en busca de un nuevo amanecer.

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