Mis fantasmas
Hay cosas a las que no sé como enfrentarme, y una de ella es la muerte. Hace unos días, el papá de Renato se murió, se murió solo, en su casa de Perú, mientras a unos kilometros, en la capital de Lima, su hijo veía un partido de futbol. El muchacho me contaba, en letras que eran más amargas que cualquier lágrima que una persona pueda derramar por los ojos, lo culpable que se sentía de no haber estado a su lado, de todas las cosas que no le había dicho, y de las cosas que, con el peso de los reproches, si le había dicho. Intenté consolarle, dentro de lo que se puede hacer con unas lineas a traves de un medio tan impersonal como es la red.Ha tenido que pasar este tiempo para que pueda hablar del tema, de lo que rodea a las personas que pierdes.
Siempre que un amigo se va, un desamparó se apoderá de mi corazón, y cuando es un contacto que de repente deja de conectarse, que su telefono no recibe mis llamadas o cualquier lazo roto que un día nos unió, empiezo a darle vueltas a la cabeza, a pensar lo mejor y lo peor, pongo sobre superficie de la consideración todas y cada una de las hipotesis de lo que ha podido pasar y empiezo a desmenuzarlas hasta que ya todas se juntan en la realidad de que esa persona ya no está, y muy probablemente no va a volver a aparecer por mi vida. Entonces dejo de pensar en ella conscientemente, intento borrarla de mi mente, hacerla a un lado e intentar seguir tirando para delante... que iluso soy.
Basta una letra, un gesto, un olor o un detalle para que los fantasmas vuelvan a despertar y caminar a mi lado: puedo volver a ver los cuadros de de cubiertos en la casa de Noelia, aun veo la cara de su novio cuando volvia de correr, si cierro los ojos, los relatos de Marta aun resuenan en mi cabeza con la fuerza de la primera vez, aun siento en mi mano el tacto de Bullón, el mastin de Berta, aun me duele la falta de palabras Alkaben que creyo estar enamorado de mí, el verano que se llevó una flor que amaba con el amor de la letras...
Pero hay un rostro que si cierro los ojos aun puedo ver con todo lujo de detalles, veo su pelo rizado, sus ojos que se volvían dos rendijas cuando reía, veo, entre nosotros, la última ronda que tomamos juntos, el reproche que le hice por no haber acudido a una cita, y la promesa de que en la siguiente sí que estaría... pero la muerte le alcanzó antes de que pudieramos volver a encontrarnos. De él solo volví a ver un féretro cerrado portado a hombros de su padre y su cuñado, y sin embargo, no llego ha hacerme a la idea de que realmente ya no vuelva a estar nunca. Lo imagino entrando en el bar, como siempre, como un huracán despistado, sonriendo y saludando a todos... Ya han pasado muchos meses desde que se fué, y si ahora vuelve a sentarse a mi lado mientras escribo estas lineas, es porque ayer coincidimos en una terraza con su novia, una chica hermosa que lleva el dolor adherido a la piel que cada vez se le acerca más a los huesos, a esos grandes ojos ausentes y a esa boca de labios finos que parecen haber olvidado lo que es sonreir. Me hubiera gustado haberle abrazado, haber compartido su dolor aliviandole la terrible carga de ver morir a la persona que amas, me hubiera gustado hacer muchas cosas por ella, por Oscar, por todas esas personas que ya no están, voluntaria o involuntariamente, pero los fantasmas si permanecena nuestro lado, es para recordarnos que seguimos vivos, que aprovechemos a decir a los que nos rodean las cosas que luego no tendremos tiempo de decir o de hacer. Amo a mis fantasmas, porque me recuerdan la vidaque viví a su lado y que aún estoy vivo para poder decir a los vivos lo que siento por ellos.
Siempre que un amigo se va, un desamparó se apoderá de mi corazón, y cuando es un contacto que de repente deja de conectarse, que su telefono no recibe mis llamadas o cualquier lazo roto que un día nos unió, empiezo a darle vueltas a la cabeza, a pensar lo mejor y lo peor, pongo sobre superficie de la consideración todas y cada una de las hipotesis de lo que ha podido pasar y empiezo a desmenuzarlas hasta que ya todas se juntan en la realidad de que esa persona ya no está, y muy probablemente no va a volver a aparecer por mi vida. Entonces dejo de pensar en ella conscientemente, intento borrarla de mi mente, hacerla a un lado e intentar seguir tirando para delante... que iluso soy.
Basta una letra, un gesto, un olor o un detalle para que los fantasmas vuelvan a despertar y caminar a mi lado: puedo volver a ver los cuadros de de cubiertos en la casa de Noelia, aun veo la cara de su novio cuando volvia de correr, si cierro los ojos, los relatos de Marta aun resuenan en mi cabeza con la fuerza de la primera vez, aun siento en mi mano el tacto de Bullón, el mastin de Berta, aun me duele la falta de palabras Alkaben que creyo estar enamorado de mí, el verano que se llevó una flor que amaba con el amor de la letras...
Pero hay un rostro que si cierro los ojos aun puedo ver con todo lujo de detalles, veo su pelo rizado, sus ojos que se volvían dos rendijas cuando reía, veo, entre nosotros, la última ronda que tomamos juntos, el reproche que le hice por no haber acudido a una cita, y la promesa de que en la siguiente sí que estaría... pero la muerte le alcanzó antes de que pudieramos volver a encontrarnos. De él solo volví a ver un féretro cerrado portado a hombros de su padre y su cuñado, y sin embargo, no llego ha hacerme a la idea de que realmente ya no vuelva a estar nunca. Lo imagino entrando en el bar, como siempre, como un huracán despistado, sonriendo y saludando a todos... Ya han pasado muchos meses desde que se fué, y si ahora vuelve a sentarse a mi lado mientras escribo estas lineas, es porque ayer coincidimos en una terraza con su novia, una chica hermosa que lleva el dolor adherido a la piel que cada vez se le acerca más a los huesos, a esos grandes ojos ausentes y a esa boca de labios finos que parecen haber olvidado lo que es sonreir. Me hubiera gustado haberle abrazado, haber compartido su dolor aliviandole la terrible carga de ver morir a la persona que amas, me hubiera gustado hacer muchas cosas por ella, por Oscar, por todas esas personas que ya no están, voluntaria o involuntariamente, pero los fantasmas si permanecena nuestro lado, es para recordarnos que seguimos vivos, que aprovechemos a decir a los que nos rodean las cosas que luego no tendremos tiempo de decir o de hacer. Amo a mis fantasmas, porque me recuerdan la vidaque viví a su lado y que aún estoy vivo para poder decir a los vivos lo que siento por ellos.
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lucas -
chari -