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UN PEZ ENREDADO

Eros (fragmento inspirado en HAND de Wong Kar Wai)

Cierro los ojos, e intento evadirme lejos de aquella habitación, lejos de esa casa. Estoy de nuevo en el taller, mi mano acaricia la fina trama de las sedas y los tules, pero los pensamientos no pueden superponerse a los ruidos que surgen de la otra habitación, la alcoba es un enjambre de gemidos, maderas sufriendo bajo la lucha de los amantes, y mi mente no me ayuda en nada. Cierro los ojos y es peor, mi mente atraviesa el fino papel de las paredes, atraviesa las mismas paredes y se cuela, golosa, en la intimidad de la Srta. Hua y su amante, no se conforma con estar a su lado, sino que baila a su alrededor, mostrandome los angulos más intimos, las zonas donde los cuerpos se rozan, se humedecen, se enrojecen. Creo que debería irme, grandes gotas de sudor surgen como un ejercito de mi frente y se cuelan por el cuello de mi camisa blanca. Hace calor... cada vez más.
El hombre sale de la habitación casi al instante de haber cesado, con una profunda y descendente exhalación, todos los gemidos que como un viento atrapado, golpeaban las paredes de ese reducto. Me quedo sentado, mirandome las manos, creo que estas manos mias no son de sastre, no son finas como las manos de mi maestro, las cuesta buscar el punto entre la trama del tejido en el que clavar la aguja.
La criada me manda entrar en la habitación, no puedo, aun resuenan en mi cabeza los gemidos, las imagenes que no he visto, aun mi cuerpo no esta preparado para enfrentarse con la mirada de la Srta. Hua.
Es una habitación aburguesada, recargada en exceso, espejos, lamparas, una gramola... y los ojos de aquella mujer que me miran entre la atmosfera de sexo recien consumado. Quiero irme, solo soy un joven que nada sabe ni quiere saber de esto, he venido a tomar medidas para un traje... pero creo que hoy no es buen momento.
Ha bastado un descuidado vistazo a la habitación, para ver el cuerpo aun desnudo de la mujer tumbado sobre la cama, me vuelvo, pero ya es tarde, ya ha quedado esa figura incrustada en mi mente, ya mi cerebro la recorre, tan fina, tan blanca.
Trago saliva, mi cuerpo tenso ya no es mio, es una estatua de granito. No, no me pasa nada, respondo a la pregunta de la mujer mientras oigo como se viste.
- ¡¡Bajate los pantalones!!.
La temperatura de la habitación aumenta instantaneamente. Me resito hasta que ella amenaza con decirselo a mi maestro.
Soy un buen alumno, quizá, un día, heredaré el taller de costura, pero si la Srta. Hua dijese cualquier cosa al maestro, de nada serviría lo que yo sea, o pueda llegar a ser en el futuro. La miro, la suplico en silencio, pero ella es inflexible, me bajo los pantalones, y ella contempla mi entrepierna.
- Y eso tambien -refiriendose a mi ropa interior.
Estoy desnudo de cintura para abajo frente a ella, ahora la temperatura ha descendido completamente, siento frio que eriza la piel y vello de todo mi cuerpo cuando su mano acaricia la mia y luego, aterciopelada, se deliza en mi sexo...
En toda mi vida jamás podré borrar esa sensacion de la mano Srta. Hua acariciando mi piel, ahora que se ha ido lejos, creo que jamas podré volver a tocar mujer alguna.

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