Juicio al monstruo
Sí, yo soy el monstruo, todos los aquí reunidos me miráis con excitación, pero también con miedo. Aunque tenéis fe en estas cadenas que lastran mi cuerpo, en estos fusiles que apuntan a mi cabeza, vuestra fe es débil, calculáis mentalmente el grosor de las cadenas y la fuerza de mis manos, meditáis sobre el tiempo que tarda en reaccionar un soldado y si en ese lapso de espacio seria capaz de llegar hasta cualquiera de vosotros y partiros el cuello como aseguran que he hecho con mucha gente. Pero no tenéis que tener miedo, si estoy aquí es por mi voluntad, por ella me he dejado atrapar, por ella me he dejado conducir hasta esta sala, y por ella, si resulto culpable, dejaré que la justicia se aplique sobre mí.
Desde que me dieron la vida he sido perseguido, acosado, insultado. Por donde he pasado la gente se ha asustado, escondido y puesto a la defensiva. La indiferencia es algo que a alguna personas les resulta doloroso...y cuantas veces he deseado pasar inadvertido, indiferente a cuantos me rodean, ser una sombra gris más de todas cuantas se mueven en el mundo. Y sin embargo, soy más parecido a vosotros de lo que podáis imaginar.
Físicamente soy más grande que cualquiera de los aquí reunidos ¿me juzgáis por mi apariencia física? Tengo implantes que sujetan determinadas partes de mi anatomía ¿Me juzgáis por mis defectos físicos?. Yo, a diferencia de vosotros, no nací de una madre, nací de muchas si tenemos en cuanta que estoy hecho de partes de muchos hombres que sí nacieron de mujer ¿Me juzgáis por mi procedencia?. Cuando nací era como vosotros al nacer, torpe, inseguro, incapaz de controlar mis actos y de distinguir lo bueno de lo malo. Pero nadie me enseñó que diferencia había entre el bien y el mal, porque estaban demasiado ocupados en salir corriendo ante mi presencia.
Si en el bosque he encontrado a un niño, y juntos, bendita inocencia, hemos recogido flores y setas, la aparición de cualquier adulto ha sido dramática, me han disparado, amenazado con antorchas hasta que han alejado de mía al pequeño, que al igual que yo, en nada comprendía que estaba pasando. He aprendido a temer al fuego y al hombre, el que debía ser mi semejante y he sido juzgado más por lo que pueda hacer que por lo que haya hecho.
Y sin embargo, después de ver vuestros actos con los hombres y mujeres que en nada diferían de vuestra misma apariencia, llego a comprender el rechazo que sentís hacia mí, siempre valoráis más el aspecto que la humanidad de cuantos os rodean. Quiera Dios que nunca nada malogre vuestro aspecto, quiera el destino que tengáis siempre alguien que os distinga el bien del mal, y os acompañe en vuestro caminar. Buscad la indiferencia de cuantos os rodean en un mundo que os juzgara por vuestros actos y por todos los que podáis cometer.
2 comentarios
lucas -
Nacho -
Sin embargo, aún habiendo dibujo tan patético personaje, me subleva tanta entrega, tanta docilidad, tanta sumisión. Un gigante es un gigante y cuando se irrita tiembla la tierra. Ni las cadenas más fuertes lo sujetan. Antes muerto que sometido.
Así que nadie tiene el patrimonio del bien, tampoco el del mal, así que el de tu monstruo es el suyo, mejor o peor, pero suyo. Hacerlo tan débil y derrotado hace pensar más en un enclenque golum que en un gigante fuerte, enérgico y al que la humanidad debería temer.
De todos modos a medido que se lee, se alcanza la sensación de que el monstruo es conocido....
¿A quién podría parecerse? ¿A quién querías que se pareciese?