La Ultima ciudad: Encuentro en la frontera.
La gran ciudad, él último gran reducto de los seres humanos, no es precisamente un derroche de arquitectura. Distribuida por barrios controlados por grupos armados con nombres tan pintorescos como "Los Ultimos guerreros del anochecer", es un conglomerado de edificios en diversos estados de ruina por donde pululan sombras de muy diverso pelaje.
- Alto ahí o te abro un tercer ojo en la frente, colega.
Buen recibimiento de alguien que me consideraba su colega, joder, con amigos así, no habria ni que desear imaginar que saludo daría a los enemigos.
Alcé las manos, sin dejar de mirar al frente, pero mi pie ya habia girado lo suficiente como para que la pistora camuflada en la bota, apuntase directamente a mi nuevo "colega".
- El barrio Norte no es un buen sitio para ir de paseo, amigo (¿Pero de donde diablos surgia esa amistad que trataba de venderme?) hay mucha gente por ahí necesitada, gente que puede ver esa magnifica chaqueta y decidir que quedaría mejor sobre sus hombros que sobre los tuyos, o descubrir que casualmente usa el mismo número de pie que tú, o interesarse por el contenido de esa bolsa que llevas a la espalda...
- Claro, - escupí un salibazo que cayo en el polvo que se apresuró a absorverlo, la sequia es terrible.- seguro que tú tienes la solución para que no tenga esos problemas ¿Verdad?.
La risa gangosa y desdentada del hombre que se aproximaba con una escopeta de caza, llegó casi a mí al mismo tiempo que el hedor de su aliento.
- ¡Por supuesto, amigo! Me quedaré con ello en deposito, y así, cuando vuelvas por aquí, podrás recuperarlo y no habrás perdido nada de ello.
Con gente tan amable, la ciudad debía ser un Shangrila de la era apocaliptica.
- Me parece justo -y le disparé desde la bota al presionar el dispositivo del tacón.
La bala era muy pequeña, pero tendrías que ver la alegría con la que sale una balita a la que le haces unos cortes en la punta, es todo un espectaculo, por desgracia, el "amigo" no tuvo mucho tiempo para disfrutar del mismo, porque pasó del ¡ohhh! al cielo, sin billete de regreso.
Joder, desde luego, esta cuidad empezaba a parecer un cuento de hadas...
Continurá...
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