Contra el muro
A los maratonianos, cuando llegan a un lugar donde su resistencia es puesta a prueba, les atenaza la sensación de haber chocado con un muro. No voy a entrar en los fenómenos fisiológicos que ocasionan esa sensación, primero, porque nunca correré una maratón y segundo porque para el caso, no son necesarios. Quiero que imagines esa sensación, imaginar que estáis concentrados en una plaza cualquiera de una gran ciudad, que a vuestro lado hay unos cientos, quizás miles de personas preparándose física y mentalmente para la misma carrera, que delante hay una cinta y alguien, un juez, disparará al aire un tiro que marcará el inicio de la aventura. Al principio, todos van despacio, hay demasiada gente como para intentar salidas estilo Fernando Alonso y aún hay 42 Km. por delante como para salir a toda pastilla desde la primera línea. Luego correrás, comenzarás a sudar al poco tiempo, irás dejando atrás a otras personas que van a un ritmo menor, pasaras por puestos que te ofrecerán cosas, bebidas y comidas que te ayuden en tu camino, te unirás a gente, adaptándote a su ritmo o ellos al tuyo, y durante ese trecho de la carrera, hasta quizá te permitas el lujo de una sonrisa, y alguna palabra de ánimo al ocasional acompañante, y en un momento dado, descubrirás que estás solo, corriendo contra ti mismo, porque sabes, que si quieres ganar alguna carrera, has de correr contra ti, no contra nadie, superarte a ti mismo, estas preparado, llevas doble calcetín de algodón para evitar ampollas, te has puesto tanta vaselina en los genitales que parece que te vayan a meter en unos minutos en prisión, y sigues allí, en el circuito, todo va bien..hasta el kilómetro 30... , mirando el pulsímetro y el podómetro, llevas un tiempo perfecto, no vas a ganar esa maratón, que va, ni lo sueñas, pero vas a rebajar tu propio tiempo bastante, y eso te hace sentir estupendamente...pero llegas al "muro" y el mazazo te deja casi sin respiración. El cansancio te dice, apoyando su mano en tu hombro, bueno, apoyar..... digamos que se te sube encima y te clava las rodillas en las costillas y te susurra con voz de prostituta de Babilonia:
- ¿Crees que vas a terminar esta carrera?, ¿Crees que a alguien de todos esos que están ahí, detrás de las barreras, viéndote correr les importa quien eres, donde vas o si terminaras?, Mira ese parque, hay niños jugando, pájaros que cantan melodías con la experiencia de cien generaciones, acaban de regar el césped, mira bien, ¿no ves las gotas de agua aun prendidas en las hojas? imagina la sensación de sentarte allí, no, sentarte no, tumbarte sobre esa hierba recién cortada, el frescor empapando tu camiseta y el viento acariciando tu rostro...
Y tú sigues allí, o no, porque es en este punto en el que todo puede cambiar, el muro a veces no sucede en una maratón, sino en la propia vida, ante desgracias que para los que te rodean son simples obstáculos que se pueden rebasar por un lado o simplemente saltar, pero que para tí, que llevas corriendo toda tu vida, se hacen insalvables. Es en ese punto donde todo lo que aprendiste, todo lo que te enseñaron empieza a desaparecer y solamente quedas tú frente a la situación, sin más defensa que tu propia mente. Es el momento en el que tienes que mirar adelante y ver una pequeña línea en el suelo, no es la de meta, que va, para esa aún te queda bastante, pero es una marca, y alzas tu pie, que parece inyectado en plomo, alzas tus ojos anegados de lágrimas y los sacudes con fuerza, como un Labrador saliendo del agua y empiezas a dar pasos al frente, como si empezaras a andar por primera vez, las piernas están congestionadas, pero no tienen voluntad, la voluntad esta en tu mente, solo son parte de la maquinaria, te alzas sobre tu cansancio y comienzas a correr de nuevo. Será duro, pero es necesario, verás más parques, más salidas fáciles a la maratón de la vida, pero sabes que esa no es tu misión, sabes que has de terminar esa carrera, por ti sobre todo, pero por todos aquellos que partieron a tu lado, por los que te ayudaron en los malos momentos, por los que fueron compañeros poco o mucho tiempo, y por lo que te queda por recorrer. Adelante, hay una meta que te espera.
8 comentarios
lucas -
elena -
Por cierto, creo que merece la pena seguir viviendo, aunque no sepas que hay vida más allá del muro. Siempre habrá alguien que esté a tu lado y te lo recuerde cuando tú no logres soñarlo.
Nacho -
Sin duda esto ocurre en determinadas cuestiones de la vida. No es lo mismo un muro insalvable en los principios que nos conforman, que un muro externo contra el que , por el contrario, te creces para superarlo.
No te inmiscuyes. Aportas, expresas en voz alta y te incorporas a nuestro camino. Y lo haces sin saber nada de nosotros (creo yo), lo cual te descubre y califica como ser humano. Vaya esta introducción como una invitación a permanecer a nuestro lado.
elena -
lucas -
Nacho -
lucas -
Nacho -
Una persona me dijo en cierta ocasión que cuando nuestro cuerpo cree que ya no puede más, aún le queda el 30 % de su capacidad, si bien es su cerebro el que debe darle las órdenes. Y éstas no llegarán si no encuentras una razón convincente para ti mismo. Nada ni nadie será suficiente motivación; mucho menos lo que otros esperen de ti.
Otra cuestión es la interiorización de relaciones que se te hacen una contigo y las vives como motor de la vida (léase amor, amor a la vida, a dios,a amigos fieles, o lo que se le parezca). Pero aún en este caso no lo haces por otros o por otra cosa: en realidad lo haces por ti mismo, por esa parte externa que es tan tuya como tu corazón, tus pulmones, o tu alma ( yo creo que la tenemos).
Cuando llegue tu muro, espero que sepas a que alias del Messenger puedes llamar sin reparos.