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UN PEZ ENREDADO

Nada después de ti

Dije exactamente: “Es el motor de mi vida. Necesito su energía. Puedo amar a todos los demás, pero su presencia es imprescindible para mi”.


Ahora miro adentro y el eco de estas frases me acaricia el alma. También me la atormenta. En presencia de nadie me siento tan vulnerable, pero tampoco soy tan libre y alegre como a su lado.


Alguien decía: “No puedo estar de acuerdo contigo. Nunca debes decir: nada después de ti. Yo ya he aprendido a vivir sin todos”. Pero yo no soy capaz. Sin sol no hay fotosíntesis; sin aire no hay latido, sin su amor no hay vida.


Pero no hay drama. Admito que vivo en el filo de la navaja. Tienes razón, soy carne de cañón y, sin embargo, un solo momento de su soplo vital es un vendaval de ilusión y esperanza, ese que mi estimado lector, Paco, describió como una luz cegadora que anula cuanto sucede sobre la capa terrestre.


¡Claro que no quiero pensar en mañana! ¿Por qué hacerlo si ya tengo el hoy, el ahora?. Tendrías que ver como se despliega su ternura si lo desea; es tan implacable como su lejanía, voluntaria o adquirida. Me resulta imposible mirar sus manos como autoras de mi muerte; me resulta imposible ver sus ojos como oscuras cajas fuertes inundadas de secretos celosamente guardados. No digo que no sea posible, sino que su realidad es más intensa y cercana para mi que la de todos aquellos que rodean su existencia.


Así que no me atormenta vivir con la realidad, elevada a credo, de que después de su mirada no hay nada. Me pregunto si la vida me prepara una oportunidad para ser feliz que se aproxime a la intensidad de esta, porque me es difícil concebirla.


Después viene todo lo demás. Lo siento si alguien se molesta. Nadie me va a aguar la fiesta de su beso al amanecer, la plegaria de su piel de regreso al íntimo lugar de donde no debimos salir, ni el sostenido pensamiento de su sonrisa llenando de frescura mi rutina profesional. Merece la pena ¡Ya lo creo que la merece!.


Un día Tánatos vendrá en mi busca o algo peor, en la suya. Para entonces habré atesorado tanta vida en mi interior que ni el desarraigo hará desaparecer el amor. Sus malvas o las mías lucirán henchidas de infinito sentir.


Pero eso será entonces. Hoy voy a celebrar el festejo de su ahora y aquí.


No cabe duda. No veo nada más allá de ti


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